“La codicia, a falta de una palabra mejor, es buena; es necesaria y funciona”
Michael Douglas, Wall Street 1
Crítica

Oliver Stone aprovecha la crisis económica para lazar la esperada secuela de Wall Street. La historia se sitúa meses antes del gran boom y pretende lanzar un mensaje un poco tardío sobre los excesos que deben evitarse en las sociedades capitalistas. LaBeouf (Tranformers) encarna ahora a ‘buenón inocente’, papel reservado a Charlie Seen en la primera película (hemos de reconocer que Charlie no es precisamente un gran actor, pero su perfil encajaba más con el personaje). Carey Mulligan (genial en An Education) es su novia y a la vez hija renegada de Gekko (de nuevo Douglas, pero 20 años más viejo), un inesperado aliado en la venganza de nuestro protagonista contra, y esa es la paradoja, una nueva versión de Gekko del nuevo siglo (interpretada por Frank Langella, el sheriff de No es país para viejos).
Buen montaje, simbolismo facilón (burbujas de jabón que vuelan sobre los rascacielos, por ejemplo) e interesante banda sonora. Se echan de menos más minutos con Douglas en la pantalla, pues sus apariciones son sin duda lo mejor de la película, que en cualquier caso resulta entretenida y mejor valorada si la comparamos con el resto de secuelas de éxitos ochentenos de este año. Pero todo queda lastrado por un guión menos ambicioso que el original, menos duro, menos cruel, menos sorprendente y provocador… como el nuevo Gekko.
Recomendada para…
Yuppies, banqueros y ministros de economía
No recomendada para…
Parados o empresarios arruinados con la crisis.
Te gustará si te gustó…
Wall Street, El secreto de mi éxito y Pactar con el diablo.
Una curiosidad
Ahora que España vive pendiente del divorcio de la ‘Princesa del Pueblo’, toca hablar de otra crisis matrimonial que se ha colado en la promoción de Wall Street 2. Resulta que Diadra Luker, tras 23 años de matrimonio con Michael Douglas, ha obtenido el divorcio por las continuas aventuras amorosas del actor, al que calificó como “adicto al sexo” (al parecer una enfermedad de moda en EEUU). El acuerdo de divorcio contiene una cláusula por la cual Douglas tendrá que darle la mitad de los ingresos de todas las secuelas que realice de filmes rodados durante su relación. Como Wall Street se hizo en 1987, con la entonces feliz pareja casada, ahora hay que tirar de chequera.
Una excusa para no ir solo al cine:
¿Te quieres perder cómo se las gastan los ‘tiburones’ que han llevado al colapso la economía mundial?
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