viernes, 29 de noviembre de 2013

Crítica de '3 bodas de más'

‘3 bodas de más’ es, al fin, una gran comedia española. Es un título con el que te ríes continuamente, tiene una protagonista que te resulta simpática desde el minuto uno y una galería de secundarios de lujo. Es, además, la confirmación de un director con mucho talento, Javier Ruiz Caldera, y de que es posible hacer una película española sin necesidad de decenas de subvenciones (no ver al inicio de la proyección la absurda sucesión de logotipos de instituciones oficiales y gobiernos regionales ya fue una buena señal). La cinta comienza cuando, a la vez, se ciernen sobre Ruth (Inma Cuesta) las bodas de tres ex novios. Las celebraciones, la extraña relación con un compañero (el guaperas del internado Martín Rivas) y su no menos estrafalaria madre (Rossy de Palma) le llevarán a decidir qué hace con su vida. Por el camino se cruzará un Paco León surfero, un Berto Romero puñetero y un Quim Gutiérrez sensacional como chico perfecto/desastroso; sin olvidarnos de la aparición estelar de Joaquín Reyes en los títulos finales. La comedia toca un poco de lado el miedo a madurar y tomar decisiones de la protagonista, aunque en seguida se lanza a una carrera de gags que llevan a un previsible aunque no por ello menos deseado final. A nadie debe sorprender que Caldera opte por seguir las reglas de la comedia anglosajona, tanto la inglesa (‘Bridget Jones’ o ‘Cuatro bodas y un funeral’, recordémoslo, también con finales previsibles) como la americana (principalmente ‘Algo pasa con Mary’), pues es un género que funciona y ya aplicó con éxito en la un poco más floja ‘Promoción fanstasma’. Rodada en la costa barcelonesa, el filme también se apoya en bastantes situaciones típicas de la cultura española y sin embargo obvia cualquier presencia de signos catalanistas.
El trabajo de Inma Cuesta es sensacional. Interpreta a una perdedora nata, sin miedo al ridículo (genial la canción de Europe en el coche o escatológica escena del baño con el mantón) y demuestra aquí tener una gran capacidad de registros, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos ante la protagonista de la dramática ‘La voz dormida’ (con la que obtuvo un Premio Goya) o ‘Blancanieves’. Se nota también que hay mucho trabajo en los apartados de sonido, iluminación y fotografía, lo que, junto a detalles nimios pero meritorios como que los dos compañeros de piso de Martín se llamen Takeshi y Lars (en honor, imagino, a los prestigiosos directores Kitano y Von Trier) o una divertida campaña de publicidad con consejos tipo 'Zombieland', denota un esfuerzo por enriquecer la película que no suele abundar en las comedias españolas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario