Vuelvo a hablar de películas otra vez. Durante estos dos años de parón he visto tanto cine como antes, si no más, pero he dejado abandonado el blog y ahora me decido a retomarlo. Espero que mis críticas os diviertan y que tengáis en cuenta que mi formación fílmica es nula, sólo trato contar lo que me gusta y denunciar la basurilla que a menudo nos intentan vender. Allá vamos.
Que a los españoles nos gustan las historias sobre el fin del mundo, está claro. Que las sepamos hacer, eso ya es otra cosa. ‘Extinction’ es el nuevo intento del cine patrio (aunque con cáscara hollywodiense) de hacer una peli de ciencia ficción, apoyada en tres premisas que últimamente funcionan: crisis mundial, zombies y terror en casita de madera. El resultado es un pastiche general de cualquier título zombie de los últimos años, mucho de ‘Soy leyenda’, quizás también un poco de ‘Señales’ y ya puestos, algo de ‘El día de mañana' (por la nieve digo, que no sé qué pinta en la peli). El estreno, 14 de agosto.
Dirigida por Miguel Ángel Vivas (‘Los tres cerditos’, de la serie Cuéntame un cuento, o ‘Secuestrados’) y protagonizada por el Mathew Fox (‘Perdidos’ y así sigue el pobre), Jeffrey Donovan (mejor) y la pequeña Ahna O’Relley (también bien), cuenta con dos pequeños papeles femeninos: Quinn McColgan y Clara Lago (sí, la chica de ‘Ocho apellidos vascos’, que pega tan poco en aquí como la nieve antes citada).
La película relata la vida de dos vecinos en sendas casas de madera en un mundo frío, no se sabe bien por qué, separados por vallas y recelosos el uno del otro. Nueve años atrás huían juntos en un autobús de refugiados cuando fueron atacados por zombies. Lo que ha pasado entre ellos desde entonces se va contando en flashbacks, y la niña de la historia resulta clave para comprenderlo. Pero lo cierto es que no queda claro si la peli es de terror y zombies, como intentan vendernos los carteles y el tráiler, o de conflictos familiares con visitas inesperadas, como termina pasando. Y como el guión no abunda mucho en esto último, tampoco es que estemos ante un sesudo análisis de la naturaleza humana.
Sustos, más bien pocos. Cuando un personaje es enfocado de frente y mira hacia el horizonte, sabes que algo va a cruzar por detrás. Y lo mismo si escudriña a través de la ventana. Intuyes también que cometerán una torpeza en cierto punto de la historia que facilitará el desenlace final. Y en realidad va quedando pronto claro cómo terminará.
Lo anterior sirve quizás para describir muchas películas que, más o menos ambiciosas, han terminado funcionando. Pero 'Extinction' no funciona por más que lo desee mi vena patriótica (de todas formas también hay producción francesa y húngara). A sus fallos de guión (y conceptos que simplemente se plantan ahí en medio, sin justificarlos) se une esa falta de un objetivo claro de los creadores y cierta puerilidad en el planteamiento, que algunos autores consideran propio del cine comercial, pero que precisamente la verdadera industria del cine sabe ocultar condimentada y aquí se lanzan a lo bruto (ver sección de spoiler, al final de la crítica).
Bueno, quien se mueva un poco por mi blog verá que nos es que no me gusten las pelis de zombies o ciencia ficción precisamente, sino los productos mal diseñados. No terminaré la crítica sin resaltar que la fotografía merece mi aplauso, creando imágenes impactantes y escenarios preciosos, pero está claro que no sirve por sí sola para levantar esto.
Si lo que queréis es cine de terror, apocalipsis y zombies, mejor mirad a Reino Unido y Norteamérica: '28 días después' y 'El amanecer de los muertos' le dan mil patadas. Y no sólo por el presupuesto, los primeros diez minutos de esta última ya son mejores que todo 'Extinction'. Y si la cosa es ver cine español de género, la mucho más humilde ‘3 días’ resulta más meritoria.
Zona spoiler
Si estás decidido a ver la película, evita leer lo que explico aquí abajo. En cualquier caso, el grado de destrozo de la película de los comentarios no es muy profundo. Más bien preparatorio.
- Ese cartel tramposo merece una demanda: Los protagonistas aparecen en una ciudad destruida que aparece literalmente medio segundo en la película. Estamos ante un apocalipsis rural o de extrarradio como mucho. De los bichos que aparecen sobre los coches, tampoco hay mucho.
- Qué decir de esa letra Z pintada en sangre también sobre el cartel. Dame zombies y dime tonto, parece querer decir. Y nada de eso. Los zombies se muestran en la secuencia inicial y sin mucha fanfarria. Lo de después son más bien vampirillos del tipo 'Soy leyenda', y no en hordas, más bien a cuentagotas.
- Pero ¿qué demonios está pasando?: ¿De dónde salen los primeros zombies? ¿Por qué no deja de nevar? ¿Ha producido el cambio climático el apocalipsis o es al revés? ¿Cómo han mutado en sólo nueve años los monstruos? Nada de esto será respondido durante el filme, así que pierde toda esperanza.
- Que el apocalipsis no arruine tu look: Las latas de habas y el arroz no se estropean pese al paso del tiempo (y nueve años son muchos). Los cereales siguen siendo crujientes, y la gasolina mantiene sus cualidades. Bombillas, velas, muebles, vehículos, ropa (madre mía la ropa, como salida de la tienda). El corte de pelo y el afeitado tampoco es un problema, no dejes que el fin del mundo te haga parecer un pordiosero.
- Estoy muy loco: Uno de los protagonistas oye voces por la radio. Son como las de 'El resplandor', de ésas chungas. Pero las voces desaparecerán cuando se reconcilie con sus vecinos. Porque todo el mundo sabe que los psicópatas se recuperan cuando les das confianza.
- Monstruos ciegos y sangrantes: Los engendros que atacan a los desventurados protagonistas son fuertes, ágiles y oyen muy bien, pero están ciegos (clichetazo) y pese a ellos tampoco parece tener olfato. Vamos, que peligrosos, peligrosos, no son. Además tienen la extraña característica de cicatrizar sus heridas aunque les rebanes un brazo. Pero oye, sus cuerpos parecen siempre rodeados de heridas que no terminan de coagularse. Diseño bonito, pero coherencia, ahí ahí.
- Dispara a la cabeza, por favor: Hasta el cura de mi barrio sabe que si un ser paliducho y sangrante te ataca sin descanso, y que ni la paliza más bestial consigue frenarlo, probar a dispararle a la cabeza puede ser una opción inteligente. Pues aquí hacen falta nueve años y que lo proponga la niña para descubrirlo.
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