jueves, 3 de marzo de 2011

Crítica de Mañana, cuando la guerra empiece

Frase de cine

Coronel Braddock: - “¿Sabe porque pusieron precio a mi cabeza?”
Militar vietnamita: - “¿Por sus crimenes de guerra?”
C. Braddock: - “No. Por matar a imbéciles como usted”.

Chuck Norris (Desaparecido en combate)



Crítica

Hubo una época en la que los críos discutían sobre quién era mejor, si Rambo o Chuck Norris. Una época en la que personajes como Charles Bronson no eran considerados locos cuando pedían a SEUR que les enviara a casa un revólver de medio metro para acabar con sus vecinos gamberrillos. Una década, los 80, que vio nacer el icono del cine fascista adolescente: Amanecer rojo. Y como si director y actores hubieran cogido un Delorean monovolumen para viajar al futuro, nos llega en 2011 Mañana, cuando la guerra empiece: una peli que concentra lo mejor (es un decir) de esos años con la estética adolescente actual marcada por la saga Crepúsculo.

Tomorrow, when the war began (éste es el título original que, como saben los que han hecho el curso el inglés con 1.000 palabras del doctor Maurer, dice en realidad “cuando la guerra empezó”) se desarrolla en Australia. Allí siete adolescentes prototipo –desde guapa pija hasta guapo rebelde pasando por guapo representante de una minoría- se marchan de acampada sin imaginar que a la vuelta encontrarán su pueblo tomado por la punta de lanza de una coalición militar asiática. Como los ‘charlies’ se han quedado sin espacio vital, han puesto sus ojos en las yermas llanuras australianas. Pero los insidiosos amarillos no han contado con el espíritu guerrero estos jóvenes, que no dudarán en empuñar un arma y matar en nombre del país de los canguros.

Daría para líneas y líneas comentar todas las barbaridades que ocurren en Mañana, cuando la guerra empiece: la facilidad con la que una chica fabrica un cóctel Molotov y el desastre que logra armar con él, el combate aéreo que realizan cuatro cazas volando a unos 500 kilómetros por hora a baja altura pero sin salir nunca del campo de visión de los protas, la puntería de una niña que coge por primera vez un fusil de asalto… Pero son detalles irrisorios que pasará por alto el público objetivo al que va dirigido este espanto: adolescentes. Y es una pena, no sólo porque la industria del cine los tome una vez más como estúpidos, sino porque también les manda un mensaje político nada integrador: si sois blancos y vivís en un país rico, protegeros de los extranjeros pobres.

Y el caso es que esta versión de Amanecer rojo, donde sólo se cambia a los invasores cubanos y rusos por chinos y a Estados Unidos por Australia, no cuenta con el extraño realismo de la primera ni con su sutil autocrítica. Es discutible, pero en el clásico de los 80, como en Starship troopers, había cierta denuncia pacifista oculta tras la capa de nacionalismo bélico con la que aparecían. Aquí nada de nada, quizás se ha moderado el discurso violento, pero sólo para rebajar la graduación de la cinta en las salas de cine.

Y con todo, el filme resulta entretenido, eso no se puede negar, y si optas por pensar que estás ante un capítulo largo de cualquier serie juvenil actual (pues en realidad, eso es lo que parece, hasta con los actores sentados alrededor de una mesa dejando libre el lado de la cámara) pasarás un buen rato.



Recomendada para…

Adolescentes descerebrados y adultos patriotas y nacionalistas.


No recomendada para…

Asiáticos.


Te gustará si te gustó…

Amanecer rojo y la triología de Crepúsculo.


Una curiosidad

Aunque todavía no hay visos de que vaya a llegar a buen puerto, la fiebre de secuelas ochenteras que sacudió 2010 podría continuar con el remake de Amanecer rojo. Sí, la original, casposa y por qué no decirlo, también algo meritoria fantasía sobre la Tercera Guerra Mundial puede tener descendencia, de la mano del director Tony Gilroy, responsable de Michael Clayton como realizador y de Armageddon, Pactar con el diablo o la triología de Bourne como guionista.


Una excusa para no ir solo al cine:

Tonta es, vale, pero la peli también resulta divertida.

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