Frase de cine
“¡Creo en el diablo!”
Ellen Burstyn (El exorcista)*
* En realidad Burstyn, que interpretaba a la madre de la endemoniada, no dijo nunca esta frase en la película, aunque sí estaba incluida en el guión inicial. Al parecer se negó por contrato porque pensó que podría darle mala imagen.
Precrítica
Debo decir que mi acercamiento a esta película comenzó hace unos años, cuando descubrí el libro en el que se basa: Tenemos que hablar de Kevin, de Lionel Shriver. El título provocó desde el primer momento mi curiosidad. Y es que el citado Kevin, el hijo de la sufrida protagonista, termina haciendo algo un poco más grave que saltarse una clase de Mates o comprar una revista erótica.
La película comienza con Eva, una escritora de éxito que a sus 40 años decide tener un hijo, una decisión que ya desde el embarazo comienza a cuestionarse y estalla con el nacimiento e infancia de Kevin, que habría sido un digno personaje central de la secuela de La semilla del diablo.
La cinta explora una visión de la maternindad y las relaciones madre e hijo que no suele mostrarse en el cine, vamos, la parte chunga. Depresión postparto, culpabilidad, dudas matrimoniales, desencanto…, con el aliciente añadido de que el pequeño no parece tener la cabeza muy bien amueblada. Camina así entre filmes como Joshua, el hijo del mal, en los que no hay sucesos sobrenaturales pese a que los niños sean auténticos demonios. Sirva esto de advertencia a los espectadores confundidos que vengan equipados con el kit de El exorcista.
Curiosamente la crítica española opina que Tenemos que hablar de Kevin es una bazofia, mientras que la americana se ha rendido a su directora, Lynne Ramsay. En lo que todos coinciden es en la genial interpretación de Tilda Swinton (la mala de Michael Clayton o Constantine).
Recomendada para
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No recomendada para
Padres primerizos
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