jueves, 24 de octubre de 2013

Crítica de 'Una cuestión de tiempo'

‘Una cuestión de tiempo’ ha desembarcado en España como otra nueva comedia romántica de Richard Curtis, lo que no es poco. Para quien no lo conozca, hay que recordar que Curtis (neozelandés de nacimiento pero afincado en el Reino Unido) ha estado detrás de una forma u otra, de 'Cuatro bodas y un funeral', ‘Nothing Hill’, ‘El diario de Bridgit Jones’ y ‘Love Actually’, y también de ‘Mr Bean’ y ‘War Horse’ (guionista), aunque estas dos últimas se salgan del género. Por tanto nos encontramos ante un autor consagrado que curiosamente falló en su último proyecto, ‘Radio encubierta’, pero que con ‘Una cuestión de tiempo’ ha vuelto a dar en el clavo. Ahora nos cuenta la historia de Tim Lake (Domhnall Gleeson), un joven que descubre que puede viajar hacia atrás en el tiempo cuantas veces quiera, lo que hará para conquistar a su amor, Mary (Rachel McAdams), y ayudar a su familia. Su padre, que como todos los varones de su progenie, también puede viajar, será su guía, interpretado por Bill Nighy, el viejo rockero de ‘Love Actually’.
‘Una cuestión de tiempo’ es un filme precioso, que no debe llevar a engaño a los amantes de la ciencia ficción (entre los que me encuentro), pues es un relato de amor y no de viajes en el tiempo, asombrosa capacidad que se convierte aquí en un mero recurso narrativo. Provoca gags desternillantes, giros románticos y sobre todo una marcada moraleja que pese a lo cursi que resulta, terminas aceptando porque servida junto a la receta de Curtis siempre parece agradable. Se echa en falta, sin embargo, algo de profundidad en los personajes protagonistas. Tim es sólo un joven enamorado, amante de su familia y sobre todo un buenazo.
Su pareja, Mary, es más plana todavía, y si te abstraes un poco de la atmósfera de la peli, llega incluso a resultar un poco cargante. No deben estos últimos comentarios suponer una pega para los fieles al cine de amor, pues como comedia romántica cumple de sobra (basta recordar la genial secuencia del metro, donde se cuenta la historia de Tim y Mary en menos de diez metros cuadrados de subterráneos), pero no dejo de pensar que ‘Una cuestión de tiempo’, al igual que ‘Nothing Hill’, podría ser otro capítulo más de ‘Love actually 2’, y que le falta entidad como proyecto único, lo que no ocurría, en mi opinión, en 'Cuatro bodas y un funeral'. En fin, y para enmendarme, sólo decir que si esto último es un fallo, que todas las producciones 'fracasen' como lo hacen las de Curtis, eso al menos nos garantizará sesiones de buen cine.

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